Créé
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el 2 de junio de 1997 en el Esplanade de Saint-Etienne
Musique
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Wolfgang Amadeus Mozart, Gyorgy Kurtag, Perez Prado, Celia Cruz, George Gershwin
Chorégraphie
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Thierry Malandain
Décor et costumes
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Jorge Gallardo
Conception lumières
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Jean-Claude Asquié
Ballet
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para 12 bailarines
Durée
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30 minutos
Nota de intención
La danza y el individuo. La danza a través del espíritu colectivo del baile. El individuo, entre el deseo de integrarse y el de desmarcarse. Historias lanzadas como gritos sordos. Con el fin de dar sentido al declive : Bailes, Baile, Individuo; Bal Solitude convoca tres universos musicales contrastados. Bailes colectivos con mambos de los años cincuenta, dúos sensuales e imaginativos para expresar el alma de la danza con adagios mozartianos de trasfondo; y por último, se pone el foco sobre el individuo, con páginas dodecafónicas del compositor húngaro Gyorgy Kurtag. La escenografía, un acuario en el que los bailarines -cual peces- evolucionan en bancos, pero solitarios al mismo tiempo.
Thierry Malandain
Medios de comunicación
Bal solitude es una obra muy bella que homenajea a la danza, a todas las danzas. […] Los bailarines, criaturas irreales, parecen flotar entre cielo y tierra, hasta tal punto que el lenguaje de Malandain muestra una gran flexibilidad y auténtica poesía. Nunca hay agresividad, ni siquiera en los movimientos más atléticos. […] La compañía demuestra ser excelente, con elementos muy poderosos como el esbelto Giuseppe Chiavaro, que conserva una técnica y una prestancia remarcables tras su paso por la escuela de danza de la Ópera de París y por la escuela de Rosella Hightower en Cannes.Shinoshokan dance magazine (Japon), Gérard Mannoni • 26 de septiembre de 2000
Todo comienza con un solo magnífico que el italiano Giuseppe Chiavaro baila con música dodecafónica del compositor húngaro Gyorgy Kurtag. Enseguida, se le une un grupo que se contonea sensualmente al ritmo de mambos de los años 50. En ocasiones el grupo se ve interrumpido por bellísimos dúos tiernos o inquietantes basados en adagios de Mozart. Esa diversidad musical está completamente integrada en un vocabulario coreográfico muy personal, en el que el movimiento fluye sin parar.Ballet 2000, Sonia Schoonejans • noviembre de 2000